La empresa Xerox, que en sus inicios se llamaba Haloid, fue la primera en lanzar al mercado la primera fotocopiadora del mundo.
La fotocopiadora acaba de cumplir 75 años, pero su marcha triunfal parece haber terminado. En los países industrializados, las cifras de ventas de las fotocopiadoras para oficinas están cayendo. Casi ya no se fabrican fotocopiadoras. Sin embargo, su tecnología sigue viviendo en las modernas impresoras digitales.
El principal enemigo de la fotocopiadora es la digitalización, o para ser más preciso, el formato de documento portátil (PDF, en sus siglas en inglés) y el archivado digital. El 22 de octubre de 1938, Carlson, un físico y agente de patentes, logró hacer la primera imagen electrofotográfica. Este procedimiento permitió por primera vez en el mundo copiar caracteres por la vía electrostática. Carlson dio a su invento el nombre de xerografía, compuesto por las palabras griegas “xeros” (seco) y “graphein” (escribir).
La fecha del invento en grafía estadounidense adornaba la primera copia: “10-22-38 ASTORIA”. Carlson sentó así las bases de un mercado con un volumen que ya ha alcanzado los 600.000 millones de dólares (unos 440.000 millones de euros).
En la década de los 30, Carlson, el agente de patentes, pensaba sobre todo en sus propias molestias cuando se veía obligado a copiar a mano trabajosamente, como un monje en la Edad Media, cada uno de sus documentos cuando necesitaba un duplicado. Soñaba con un aparato que, pulsando un botón, vomitara la copia de un original.
Sin embargo, el éxito mundial del invento todavía tardaría en llegar. Durante la Segunda Guerra Mundial, nadie quería seguir desarrollando la fotocopiadora para que pudiera ser vendida en el mercado. No fue hasta 1949 cuando el primer aparato salió al mercado. En ese entonces, para hacer una copia todavía se necesitaban 39 pasos y varios minutos.
Sin embargo, tras varios años de desinterés, la “xerografía” de Carlson fue saludada como el mayor invento desde la fotografía. Diez años más tarde comenzó la marcha triunfal de la Xerox 914, que ya estaba automatizada en gran parte. Este aparato lograba hacer siete copias por minuto. Sin embargo, los dictadores presentían el peligro, porque sabían lo que algunos siglos antes había causado el invento de la imprenta. En los países comunistas de Europa del Este se prohibieron los negocios de fotocopias para impedir que las fotocopiadoras se convirtieran en “la imprenta del hombre de la calle” y en un instrumento de la oposición. Sin embargo, las redes sociales de Internet ya han jubilado a la fotocopiadora, también como instrumento de la revolución
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