Fue el 10 de junio de 1945, siguiendo el modelo de varios países americanos y Francia, hubo una gran campaña de difusión
Aquello no tuvo ninguna relación con los militantes del viejo partido fundado por Leandro Alem. Sin embargo, significó un cambio radical. Ocurrió a las 6 de la mañana del domingo 10 de junio de 1945 (pasado mañana se cumplen 70 años) cuando los tradicionales “zorros grises” (agentes municipales de tránsito) y los policías, haciendo sonar sus silbatos, indicaban a los conductores la importante modificación. Ese día, en Buenos Aires y en todo el país, se cambió el sentido de circulación del tránsito y se pasó de hacerlo por la izquierda hacia la derecha, dejando atrás el esquema tradicional de los ingleses para adoptar el criterio surgido en América con la independencia de Estados Unidos y en Europa en los tiempos de la Revolución Francesa.
En la Ciudad había existido una ordenanza de 1872 sugiriendo que los carruajes circularan “por la derecha de la calle”. Pero en mayo de 1889 eso quedó sin efecto por disposición del intendente Francisco Seeber, quien tomó como referencia el carril que usaban los trenes. La costumbre de circular por la izquierda tenía una connotación histórica. Dicen que era porque la mayoría de los caballeros manejaba la espada con la mano derecha y por eso se la llevaba envainada hacia el otro lado. Entonces, para no lastimar o golpear a quien venía de frente, se elegía el carril izquierdo. Otros cuentan que era porque los cocheros azuzaban a los caballos llevando el látigo con la mano derecha. Circulando por el otro lado, se evitaba castigar a quienes venían por el flanco derecho.
En Europa aquello cambió con la Revolución Francesa de 1789. La explicación: antes el lado derecho era para las clases bajas; los aristócratas iban por la izquierda. Entonces, buscando un criterio igualitario, se decidió que todos lo hicieran por la derecha. Las campañas napoleónicas lo difundieron en muchos países europeos. Y para contrariar a los ingleses eso también lo habían decidido en Estados Unidos tras la independencia, declarada en 1776. Ya en el siglo XX el crecimiento de la influencia estadounidense en América latina hizo que muchos países optaran por el cambio.
A principios de los años 40 en esta región sólo dos países conservaban el criterio británico: Argentina y Uruguay. Fue en ese momento en que hubo algo que influyó para que en nuestro país se pensara en el cambio: la inauguración del puente que uniría Paso de los Libres con Uruguaiana, en Brasil. En el país vecino ya se circulaba por la derecha y si nosotros seguíamos por la izquierda eso generaría complicaciones en los empalmes. Después de haber estudiado cómo funcionaba en EE. UU., la gente del Automóvil Club Argentino empezó una campaña para realizar el cambio.
El decreto lo firmó Juan Pistarini, ministro de Obras Públicas del presidente Edelmiro Farrell. Y se decidió que fuera el domingo 10 de junio de 1945. Hubo folletos con consejos para peatones y conductores. El Automóvil Club y el Touring Club colaboraron colocando nuevas señales viales. En Buenos Aires muchas calles cambiaron su sentido de circulación y la Dirección de Tránsito habilitó líneas telefónicas para hacer consultas. Y algunas empresas adhirieron a la difusión con publicidades que advertían de la modificación. “Tome su derecha y tome Geniol”, afirmaba el fabricante de esos analgésicos; “La única mano que no cambia es la de pinturas Alba”, promovía esa firma. Pero la más curiosa fue la de un vermut que, el día del cambio y en un afiche, sugería: “Hoy cambie de mano pero siga tomando Cinzano”. Además, en la parte trasera de autos, colectivos y camiones se pintaron flechas señalando hacia la izquierda, para indicar por dónde hacer el sobrepaso.
El cambio de mano también motivó que los fabricantes de autos invirtieran la ubicación del volante y la pedalera y eso llevó a que la palanca de cambios pasara a manejarse con la mano derecha en lugar de hacerlo con la izquierda. En algunos lugares del mundo se sigue circulando como propusieron los ingleses. Y aunque ya pasaron siete décadas, en la Argentina todavía hay un sitio donde aquella costumbre se mantiene: es en las Islas Malvinas. Pero esa es otra historia.
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